LITERATURA UNIVERSAL. EDAD MEDIA

Las trovadoras

Aunque el libro de texto las menciona de pasada, creo que es conveniente señalar que en la Provenza, en los siglos XII y XIII había una sociedad femenina. Marirì Casariego entiende por este concepto, sociedad femenina, un contexto social en que se tiene en cuenta la palabra de las mujeres, una sociedad en la que se orientaron las energías femeninas prioritariamente a favor de otras mujeres. Las trovadoras son expresión de esta sociedad. Influyeron en la relación mujer-hombre, mujer-mujer, que contribuyeron a civilizar.



A título de ejemplo, podemos leer más en clase si os interesa, veamos este diálogo entre María de Ventadorn y Gui de Ussel.



Gui de Ussel, me lamento de vos
porque habéis dejado de cantar,
y dado que quisiera haceros volver a la poesía,
-ya que sabéis de tales razones-
quiero que me digáis si la mujer debe actuar hacia el amante,
cuando le ama sinceramente, del mismo modo
que el amante actúa hacia ella en todo lo que concierne al amor,
según la ley que vincula a los amantes.


Señora María, yo quería abandonar
las tensones y cualquier otro canto;
pero ahora no puedo dejar sin respuesta vuestra demanda;
y contesto brevemente acerca de la dama:
ella debe proceder hacia el amante
del mismo modo en que él actúa hacia ella, sin tener en cuenta el rango,

porque, entre dos amantes, no debe haber uno superior.


La poesía de los goliardos

Tampoco se hace eco el libro de esta poesía, en latín, durante los siglos XII y XIII. Ricardo Arias y Arias responde a la pregunta de ¿qué es esta poesía y quiénes la escribían?
Es una poesía con una actitud irreverente y ofensiva hacia la estructura social y eclesiástica en todos sus aspectos. Trata de rebelarse contra la autoridad y sus representantes civiles y eclesiásticos. "Hay en esta poesía una cruel crítica de la sociedad justa en cuanto que los vicios criticados eran reales y abundantes. Pero es una crítica interesada y envidiosa, pues generalmente es el resultado de esperanzas defraudadas más que de un celo reformador.
¿Quiénes? Por una parte, hombres de letras que vivían de la bondad de príncipes y obispos que cambian con frecuencia de lugar en busca del favor y protección de los poderosos. Por otra, "clérigos y estudiantes errabundos que vivían al margen y contra los cuales obispos y concilios promulgaron continuos decretos sin aparentes resultados. Estos clérigos y estudiantes, amantes de la libertad, bebedores y mujeriegos, abundaban por toda Europa, frecuentando los centros universitarios y los palacios de príncipes y obispos."




Veamos un ejemplo atribuido a Gualtero de Chatillón
20. CONTRA LA SIMONÍA

1. Aunque soy un enfermo entre enfermos y un desconocido entre desconocidos, haré las veces de piedra afiladora, usurpando el deber de sacerdote. ¡Llorad, hijas de Sión! Los jefes de la Iglesia andan hoy muy lejos de imitar a Cristo.
2. Si un sacerdote o un diácono de pocos haberes quiere conseguir lo que ambiciona, sólo debe seguir el camino conocido: guíese por las artes de Simón Mago y como a otro Guejazi se le dará lo que quiere.
3. El orden eclesiástico está más postrado que el de los laicos: la Esposa de Cristo se pone en venta; la que antes sobresalía está ahora a merced de todos: se venden los altares, se vende la Eucaristía, a pesar de que de nada valen las dignidades compradas.
4. La gracia de Dios solo se puede dar gratuitamente, y el que la compra o la vende se mancha con la lepra del Asirio. El que así anhela beneficios busca la esclavitud de los ídolos; el templo del Espíritu Santo no se adorna de esa manera.
5. El que procede de esta manera en vano se llama pastor; ni puede gobernar bien el que se deja consumir por la avaricia. La avaricia es como la hija de la sanguijuela a la que la curia traficante dio nombre de esposa.
6. Cuando son jóvenes temen los años de la vejez, y que si tal vez la suerte les traiciona no pierdan la tersura de su cutis. Mientras ponen remedio a esto se van a los extremos, y el vicio los engaña con apariencia de virtud.
7. Y para decir de una vez lo más desagradable: el mismo Crisma se pone en venta; los corazones de los viejos se llenan de lujuria sin que nadie trate de atajarla. Los viejos y decrépitos sorben el veneno del néctar prohibido como si fuesen adolescentes.
8. Y así nadie vive castamente; el muro de la castidad se ha desmoronado. Se ensalza a Epicuro y nadie se acuerda de la muerte. Los banquetes son muy agradables y el futuro pontífice todo lo allana con oro y plata.


Enlace para leer los cuentos del DECAMERÓN de Boccaccio, de los que hablaremos en clase. Pincha aquí.




NUEVA SELECCIÓN DE CUENTOS
(por los imperativos explicados en clase)


I, 3, «El judío Melquisedec con un cuento sobre tres 

anillos...».



III, 10, «Alibech se hace ermitaña, y el monje

Rústico le enseña a meter el diablo en el infierno...».



X, 10, «El marqués de Sanluzzo, obligado por los 

ruegos...».



Una selección de cuentos:

Jornada I, 4; II, 10; III, 1; IV, 7; V, 2 y 6; VI, 4; VII, 6 y 10; VIII, 8; IX, 6 y 9; X, 5.


Actividad (a elegir)

ESTE TRABAJO, DE MOMENTO, QUEDA SUSPENDIDO
  • Cambia el desenlace de uno de los cuentos. Intenta mantener el estilo del relato.
  • Toma uno o varios personajes y crea otro relato en consonancia con sus características. Intenta mantener el estilo del relato.



FRAGMENTO DE LA DIVINA COMEDIA DE DANTE

ANTES DE MÍ NO FUE COSA CREADA
SINO LO ETERNO Y DURO ETERNAMENTE.
DEJAD, LOS QUE AQUÍ ENTRÁIS, TODA ESPERANZA. 9


Estas palabras de color oscuro 
vi escritas en lo alto de una puerta; 
y yo: «Maestro, es grave su sentido.»                                        12

  
Y, cual persona cauta, él me repuso: 
«Debes aquí dejar todo recelo; 
debes dar muerte aquí a tu cobardía.                                         15
  

Hemos llegado al sitio que te he dicho 
en que verás las gentes doloridas, 
que perdieron el bien del intelecto.»                                           18
  

Luego tomó mi mano con la suya 
con gesto alegre, que me confortó, 
y en las cosas secretas me introdujo.                                         21


Allí suspiros, llantos y altos ayes
resonaban al aire sin estrellas, 
y yo me eché a llorar al escucharlo.                                           24
  

Diversas lenguas, hórridas blasfemias, 
palabras de dolor, acentos de ira, 
roncos gritos al son de manotazos,                                            27


un tumulto formaban, el cual gira 
siempre en el aire eternamente oscuro,
como arena al soplar el torbellino.                                             30
  

Con el terror ciñendo mi cabeza 
dije: «Maestro, qué es lo que yo escucho, 
y quién son éstos que el dolor abate?»                           33
  

Y él me repuso: «Esta mísera suerte 
tienen las tristes almas de esas gentes 
que vivieron sin gloria y sin infamia.                                           36
  

Están mezcladas con el coro infame 
de ángeles que no se rebelaron, 
no por lealtad a Dios, sino a ellos mismos.                                 39
  

Los echa el cielo, porque menos bello 
no sea, y el infierno los rechaza, 
pues podrían dar gloria a los caídos.»                                        42
  

Y yo: «Maestro, ¿qué les pesa tanto 
y provoca lamentos tan amargos?» 
Respondió: «Brevemente he de decirlo.                                     45
  

No tienen éstos de muerte esperanza,
y su vida obcecada es tan rastrera, 
que envidiosos están de cualquier suerte.                                   48
  

Ya no tiene memoria el mundo de ellos, 
compasión y justicia les desdeña; 
de ellos no hablemos, sino mira y pasa.»                                    51
  

Y entonces pude ver un estandarte, 
que corría girando tan ligero, 
que parecía indigno de reposo.                                      54
  

Y venía detrás tan larga fila 
de gente, que creído nunca hubiera 
que hubiese a tantos la muerte deshecho.                                   57


Y tras haber reconocido a alguno, 
vi y conocí la sombra del que hizo 
por cobardía aquella gran renuncia.                                           60
  

Al punto comprendí, y estuve cierto, 
que ésta era la secta de los reos 
a Dios y a sus contrarios displacientes.                          63


Los desgraciados, que nunca vivieron, 
iban desnudos y azuzados siempre 
de moscones y avispas que allí había.                            66
  

Éstos de sangre el rostro les bañaban,
que, mezclada con llanto, repugnantes
gusanos a sus pies la recogían.                                      69


Y luego que a mirar me puse a otros, 
vi gentes en la orilla de un gran río
y yo dije: «Maestro, te suplico                                       72
  

que me digas quién son, y qué designio 
les hace tan ansiosos de cruzar 
como discierno entre la luz escasa.»                                          75
  

Y él repuso: «La cosa he de contarte 
cuando hayamos parado nuestros pasos 
en la triste ribera de Aqueronte.»                                               78


Con los ojos ya bajos de vergüenza,
temiendo molestarle con preguntas
dejé de hablar hasta llegar al río.                                               81
  

Y he aquí que viene en bote hacia nosotros 
un viejo cano de cabello antiguo,                                               
gritando: «¡Ay de vosotras, almas pravas!                                 84
  

No esperéis nunca contemplar el cielo; 
vengo a llevaros hasta la otra orilla, 
a la eterna tiniebla, al hielo, al fuego.                              87
  

Y tú que aquí te encuentras, alma viva, 
aparta de éstos otros ya difuntos.» 
Pero viendo que yo no me marchaba,                            90
  

dijo: «Por otra via y otros puertos 
a la playa has de ir, no por aquí; 
más leve leño tendrá que llevarte».                                            93

  
Y el guía a él: «Caronte, no te irrites: 
así se quiere allí donde se puede
lo que se quiere, y más no me preguntes.»                                 96

  
Las peludas mejillas del barquero 
del lívido pantano, cuyos ojos 
rodeaban las llamas, se calmaron.                                              99


Mas las almas desnudas y contritas, 
cambiaron el color y rechinaban, 
cuando escucharon las palabras crudas.                                    102
  



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