Introduzco esta entrada al hilo de uno de los relatos del Decamerón (X, 10).
¿Tiene algo que ver la consideración de la mujer que se desprende de este y otros relatos, con lo que se cuenta en Calibán y la bruja?
Dejo solo un fragmento de este libro y el enlace para quien quiera saber más. Si alguien lo prefiere leer en papel, se lo puedo dejar.
Tanto en la primera como en la segunda generación de especialistas
académicos en la caza de brujas podemos encontrar excepciones a esta
tendencia de acusar a las víctimas. Entre ellos debemos recordar a Alan
Macfarlane (1970), E. W. Monter (1969, 1976, 1977) y Alfred Soman
(1992). Pero sólo el movimiento feminista ha logrado que la caza de
brujas emergiese de la clandestinidad a la que se la había confinado,
gracias a la identificación de las feministas con las brujas, adoptadas
pronto como símbolo de la revuelta femenina (Bovenschen, 1978: 83
y sig.).2
Las feministas reconocieron rápidamente que cientos de miles
de mujeres no podrían haber sido masacradas y sometidas a las torturas
más crueles de no haber sido porque planteaban un desafío a la
estructura de poder. También se dieron cuenta de que tal guerra contra
las mujeres, que se sostuvo durante un periodo de al menos dos siglos,
constituyó un punto decisivo en la historia de las mujeres en Europa.
El «pecado original» fue el proceso de degradación social que sufrieron
las mujeres con la llegada del capitalismo. Lo que la conforma, por lo
tanto, como un fenómeno al que debemos regresar de forma reiterada
si queremos comprender la misoginia que todavía caracteriza la práctica
institucional y las relaciones entre hombres y mujeres. (Página 221)
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